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Aumentó las tasas de interés, contrario a lo que solicitó Calderón

Por Gabriel Yorio González


Después de un pequeño debate el Banco de México (Banxico) terminó subiendo las tasas de interés de fondeo en 25 puntos cuando los empresarios y el Presidente Felipe Calderón habían solicitado que las disminuyera. Con esto en el Banxico dejó en claro el ejercicio de la autonomía que se le otorgó durante el sexenio del ex presidente Zedillo. Este aumento en las tasas es relevante para los mexicanos por varias razones que a continuación se discutirán.

Como ya lo mencioné esta decisión refrenda la autonomía del Banxico. Antes de que se diera dicha autonomía, el Banxico era manejado y administrador directamente por el presidente de la República, lo que provocaba que cediera a las presiones de generar más dinero provocando las grandes inflaciones de las décadas de los 70 y 80 de las que ya nadie se quiere acordar. De esta manera, al dotar de autonomía al banco central y al darle el mandato constitucional de controlar el nivel de los precios, ya que ahora tiene autonomía para decidir la política monetaria del país y no ceder a las presiones del presidente. Gracias a esa autonomía nuestro país goza de niveles de inflación controlados. Por esta razón, cuando el presidente le solicitó al banco central la reducción de las tasas de interés, prácticamente eliminó esta posibilidad porque atentaba contra la credibilidad del Banxico. ¿Entonces por qué lo solicitó?

El presidente Calderón solicitó una reducción de las tasas porque se encuentra preocupado por la economía, ya que la recesión de los Estados Unidos se ha acentuado igual que la economía mexicana está perdiendo dinamismo. Al reducir las tasas de interés se provoca que baje el costo de los proyectos porque el crédito es barato y de esta manera se podría estimular la economía. Esta solicitud del presidente corresponde a una política monetaria expansiva, que implica reducir la tasa de interés y confirma a un presidente con la intención de estimular el crecimiento económico.

Ambos, el presidente y el Banxico, están en lo correcto. La situación de la economía mexicana ameritaría una política que trate de impulsar el crecimiento (reducir la tasa de interés como lo solicitó Calderón), pero al existir presiones inflacionarias la tasa de interés debe de subir para controlar la inflación. Es algo contradictorio, pero así es la economía a veces. ¿Cuál decisión tomar? La respuesta nos indica que el asunto de fondo es que el Banxico tiene el mandato por ley de controlar la inflación, no de estimular el crecimiento, y por esta razón, una política monetaria como la que recomendó el presidente no tiene lugar en los objetivos del Banxico. Bajar o mantener la tasa de interés implicaría reducir el diferencial que existe con las tasas internacionales (los bancos centrales de otros países están aumentando sus tasas) y esto implicaría que el tipo de cambio aumentara. Además, la inflación que ahora estamos sufriendo viene del exterior y sus niveles todavía no son alarmantes, ya que siguen estando por debajo del cinco por ciento.

El Banxico aumentó las tasas en 25 puntos porque el último dato de inflación indicó que se estaba alcanzando los niveles máximos de inflación estructural que tiene el país, por lo que era necesario enviar una señal de control para mantener la credibilidad y a esto obedeció esta decisión. Por supuesto la decisión fue contraria a lo que el presidente recomendó.

Esto indica que efectivamente México ya comienza a presentar cierta vulnerabilidad económica causada por los eventos económicos que están ocurriendo en el exterior y que hasta ahora habían sido ajenos. Sin duda los precios altos de combustibles, alimentos y la desaceleración de la economía norteamericana han comenzado afectar la situación económica de nuestro país, por lo que tiempos difíciles se acercan.







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Presiones por eliminar el subsidio a las gasolinas.

Por Gabriel Yorio González


Un nuevo tema lucha por incorporarse en la agenda nacional y es el tema del subsidio a las gasolinas, que en los últimos años, hemos disfrutado los mexicanos sin saberlo, gracias a la estructura de precios de las gasolinas en nuestro país. Pero, ¿cómo funciona esta estructura de precios?, ¿porqué este tema ahora parece entrar a la agenda nacional?, ¿cuáles serían los efectos?
La estructura de precios de la gasolina tiene varios componentes que son precios de referencia como el precio del productor (de PEMEX), el costo de la gasolinera distribuidora, el costo de transporte a esa gasolinera, y dos impuestos: el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS sobre gasolinas) y el Impuesto a las Ventas Finales. Todos estos son componentes del precio que pagamos. Pero, si hablamos de precios, costos e impuestos, ¿dónde está el subsidio?
Antes de responder a esta pregunta debemos recordar que durante mucho tiempo el precio del petróleo estuvo muy por debajo del nivel que actualmente se encuentra. También debemos recordar que PEMEX tiene un carácter de monopolio, por lo que fija el precio de la gasolina y del diesel independientemente de sus costos (el precio internacional del petróleo). Lo importante a resaltar es que el IEPS sobre gasolinas actúa como un residual, sube y baja conforme se mueve el precio internacional. No obstante, cuando el precio internacional del petróleo es muy alto, los costos de PEMEX y de transporte aumentan, mientras que el precio de la gasolina no, por supuesto sin tomar en cuenta el segundo impuesto de las gasolinas, que es el Impuesto Final a las Ventas. Esto significa que cuando el precio internacional del petróleo es alto, el IEPS se vuelve negativo y en lugar de pagarlo los mexicanos, lo ha pagado el gobierno federal, lo que lo convierte inmediatamente en un subsidio. En resumen, cuando el precio internacional del petróleo era bajo, el impuesto IEPS era positivo y los mexicanos pagábamos un precio alto de la gasolina y ahora, que el precio del petróleo es alto, el impuesto se ha convertido en subsidio porque el precio final de la gasolina no ha subido.
Hoy los consumidores nacionales pagamos un precio por la gasolina menor al que pagan en otros países, pero por mucho tiempo pagamos un precio muy alto en comparación con otros países. Este tema antes no estaba en la agenda nacional porque representaba ingresos para el gobierno federal, sin embargo, ahora se ha convertido en un problema de costos y los actores políticos comienzan a meter este asunto en la agenda porque el monto del subsidio igualó el presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Social el año pasado, por lo que se comienza a manejar la idea de que se debería eliminar este subsidio, lo que equivale a aumentar el precio final de la gasolina.
Las implicaciones de subir el precio de la gasolina (eliminar el subsidio) serían inflación en los costos de transporte con el consecuente impacto inflacionario sobre el poder adquisitivo de los mexicanos por un lado, pero también un fortalecimiento de las finanzas públicas nacionales por el otro. Esto también implicaría quitar el impuesto (ahora subsidio) IEPS. Además, tendría un impacto ambiental, ya que la demanda de gasolinas podría disminuir y por tanto, racionalizarse el uso del automóvil.
Ahora bien, mantener el IEPS sobre gasolinas (que equivale a no reducir el subsidio) provocaría una presión sobre las finanzas del gobierno federal, que se pudo haber evitado si el IEPS hubiera actuado más como un fondo de reserva o estabilización en lugar de un componente residual.
Durante mucho tiempo los ciudadanos pagamos un precio de gasolina alto cuando los precios del petróleo nos permitían gozar un precio bajo y ahora que nos toca gozar de un precio bajo nos quieren quitar ese beneficio. Además, debemos recordar que existe el otro Impuesto a las Ventas Finales de Gasolina, que es positivo y ya lo estamos pagando, que se reparte entre los gobiernos estatales y lo curioso es que algunos gobernadores han sido los principales impulsores de esta idea de eliminar el subsidio. Los gobiernos estatales durante mucho tiempo gozaron de los excedentes petroleros y ahora que se han reducido están pugnando por mayores recursos. Lo curioso es que están acostumbrados a sólo pedir recursos al gobierno federal, pero los gobernadores no hacen nada por eliminar su pereza fiscal y generar más ingresos estatales.
Existe una nueva situación en la economía global que hace necesario para nuestro país revisar muchos temas, entre ellos el de la estructura de precios de la gasolina. Desde el punto de vista económico, el tema es de importancia porque los precios de los energéticos se han mantenido altos y probablemente estén así durante varios años más, por lo que se ha convertido en problema para las finanzas del país; desde el punto de vista político parece ser que será otro tema electoral; y desde el punto de vista social, parece que una vez más nos tocará pagar el costo a los ciudadanos, que enfrentamos costos de primer mundo con salarios de tercer mundo.



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El precio que pagaremos por la escasez de alimentos

Por Gabriel Yorio González


El tema de la crisis provocada por la escasez de alimentos continúa en la agenda nacional generando un sentimiento de psicosis entre los mexicanos. Su relevancia en términos mediáticos ha llegado a opacar por completo el tema de la reforma energética. Hoy los mexicanos estamos más preocupados por el efecto que el aumento de los precios tendrá en nuestros bolsillos.


La escasez de alimentos que el mundo esta sufriendo tiene sus orígenes en la dinámica económica en la que actualmente se encuentran inmersos todos los países. El cambio climático ha provocado que las zonas agrícolas estén sufriendo fuertes sequías; los precios de los derivados del petróleo, como lo son los fertilizantes, han aumentado por el alto precio internacional del petróleo, lo que a su vez ha elevado los costos de producción. Asimismo, muchos analistas señalan que la situación financiera del mundo ha provocado que se realicen inversiones especulativas en trigo, maíz y arroz con el objetivo de cubrir la pérdida del valor del dólar.


Debemos reconocer que la escasez de alimentos en nuestro país tiene un componente local ubicado en la baja competitividad del campo mexicano. Desde hace varios años México se ha transformado en un país urbano y ha dejado de ser un país rural. La migración del campo a las ciudades ha provocado que actualmente cerca del 70 por ciento de la población mexicana este viviendo en zonas urbanas, lo que ha provocado un aumento en la demanda de servicios públicos. Por otro lado, no sólo hemos sufrido un proceso de urbanización, si no que los centros urbanos que han crecido más han sido los metropolitanos donde confluyen diversos municipios urbanos, lo que ha provocado que la mayoría de los presupuestos públicos se inviertan en servicios urbanos con el consecuente descuido de las zonas rurales, lo que ha dejado obsoleta y descuidada a la planta productiva del campo mexicano. El precio de este fenómeno lo estaremos pagando ahora con la escasez de alimentos.


De acuerdo a cifras de la OCDE durante los próximos diez años los precios de los granos estarán aumentando, provocando el encarecimiento en términos reales de entre un 10 y 35 por ciento. Si tomamos en cuenta algunas investigaciones del Centro de Investigación y Docencia Económica, indican que el salario mínimo real actual de los mexicanos se encuentra a niveles de 1920, el impacto en los sectores de la población de ingresos medios-bajos será importante. Nuestro país es deficitario en alimentos, además de ser un país de bajos ingresos por persona, lo que nos advierte de la gran dificultad que se podría generar en la población. Algunos pronósticos indican que este año el costo de importar alimentos podría aumentar hasta 40 por ciento y que la canasta de alimentos importados costará mucho más de lo que valía hace 8 años.


Algunos especialistas han comenzado a señalar que una salida a este problema es la apertura a la compra y producción de maíz transgénico para contrarrestar la posibilidad de no lograr cubrir la demanda de maíz nacional. Por supuesto, este tema provocará una gran polémica ya que estamos en riesgo de perder el liderazgo en biodiversidad que nos colocan como líder mundial al tener más especies de maíz que ningún otro país.


Finalmente, el éxito de cualquier política que tome el gobierno federal dependerá en gran medida de la inclusión de los productores agrícolas pequeños y del fortalecimiento del campo. Evitar beneficiar sólo a los grandes productores y asegurar inversiones en infraestructura del campo podrían ser atenuantes de una situación que sin duda afectará a millones de mexicanos.




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