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¿Después de la tormenta viene la calma?

Por Gabriel Yorio González



Se afirma que después de la tormenta viene la calma, pero en época electoral siempre sucede lo contrario. Después del paso del huracán “Dean” por tierras veracruzanas, especialmente por el norte del estado, la efervescencia política aumentó. El uso de recursos públicos por parte de candidatos para ser canalizados como ayudas a los afectados del huracán provocó que el ambiente político se enturbiara.

En términos políticos el huracán funcionó como un factor equilibrante, ya que prácticamente borró toda la publicidad de los candidatos, sobre todo de los aspirantes que han tenido un gasto desmesurado en publicidad. Pero después del paso de “Dean” en términos de publicidad la ventaja disminuyó y ahora todos los candidatos están en la misma situación.

Asimismo, los candidatos apoyados por el partido oficial aprovechando la desgracia de la gente comenzaron a lucrar condicionando la entrega de ayudas por el voto apoyados por el Gobierno del Estado. Lo indignante es que además de aprovecharse para condicionar el voto, en un acto de cinismo puro, llamaron a que los candidatos de los otros partidos a no aprovecharse de la gente.

PRI y PAN se acusan entre ellos de lucrar con programas sociales a los que tienen derecho los veracruzanos y de faltarle el respeto a los ciudadanos al tratar de aprovecharse una situación tan difícil para obtener más votos, cuando abiertamente los dos partidos políticos se encuentran condicionando el voto a cambio de la entrega de despensas. ¿Así o más cínicos?

Hoy por hoy, las ayudas que se entregan en bolsas rojas que ni siquiera resuelven los problemas de los afectados porque sólo contienen despensas para una o dos semanas. Pareciera que para estos políticos el huracán fue una bendición porque les dio la oportunidad de canalizar ayudas en su nombre, cuando para miles de veracruzanos es un evento que los afecta de forma desmesurada en su patrimonio y en su vida en general. Muchos campesinos perdieron sus cosechas, mucha gente perdió sus casas y sus techos.

Un evento de esta magnitud afecta en mayor medida a las personas de menores ingresos. Por eso las bolsas rojas no resuelven nada y lo único que logran es que los afectados se sientan agredidos. Lo que la gente pide y necesita son láminas para reconstruir sus casas y ayudas para sobrevivir todo el año, no sólo una semana. Un campesino que perdió su cosecha o un citricultor que de pronto tiene todos sus árboles rotos tal vez no se reponga en 5 años de este golpe. Ante esta situación las famosas bolsas rojas sólo sirven para mostrar la gran insensibilidad del candidato o del gobierno ante este tipo de situaciones. Este comportamiento podría ser penalizado la siguiente semana a la hora de la votación.

A pocos días de la elección la ciudadanía parece ya tener decidido su voto. Sin embargo, después de todos los eventos de la última semana, se puede esperar todo tipo de mañas y estrategias para cambiar el resultado de las votaciones el próximo 2 de septiembre. Ante esta posibilidad los ciudadanos debemos estar atentos.

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DEUDA DEL DF:
ESPECTACULO POLÍTICO DE CALDERÓN Y EBRARD


Por Gabriel Yorio González



Una vez más la deuda del Distrito Federal vuelve a situarse en los reflectores públicos. Durante los últimos días, el intercambio de señalamientos entre el Gobierno Federal y la Ciudad de México llevó al último momento la autorización para el refinanciamiento de al deuda, convirtiendo un tema técnico en uno político. No obstante, una vez autorizada la operación vale la pena analizar sus consecuencias.


La contratación de deuda es una herramienta financiera por medio de la cual se realizan proyectos de infraestructura que requieren fuertes cantidades de recursos. En este sentido, el nivel de endeudamiento de la Ciudades realidad no es un problema. Si bien es cierto que es la entidad federativa más endeudada del país -al cierre de 2007 la deuda se situará en 45 mil millones de pesos- también es cierto que sus ingresos son mayores a los de cualquier otro estado, inclusive en su dinamismo económico ya que produce más del 20 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, por tal motivo sus necesidades de financiamiento son mayores. Por ejemplo, Estados Unidos es el país más endeudado del mundo y nadie pone en duda su capacidad de pago, al contrario de lo que sucede con Argentina quien tiene una menor deuda.



La evolución de la deuda del Distrito Federal está marcada por el sello personal de cada administración. Entre 2001 y 2006 se refinanciaron, con la autorización de la SHCP, cerca de 17 mil millones de pesos logrando reducir el costo financiero. La actual administración pretende realizar una operación similar con una cantidad superior -36 mil millones- para aumentar el plazo de vencimientos de 8 a 30 años a la menor tasa de mercado posible.



Sin embargo, el refinanciamiento no necesariamente tendrá como consecuencia una deuda más barata. Los ahorros sólo se generan si el valor total de lo que paga de intereses durante la vida del crédito es menor a lo que pagaba antes del refinanciamiento. Así, aún cuando las tasas de fondeo han venido cayendo, al contratar un crédito de largo plazo implica un riesgo mayor por el que los bancos cobran más. Aunque el monto del crédito que se paga cada año es menor por que el capital prestado es diluido a lo largo de 30 años, la cantidad que se paga de intereses puede llegar a ser mayor por lo mismo. El Distrito Federal podría terminar pagando mas intereses que lo que pidió prestado.



El refinanciamiento incluye años de gracia en el pago de capital, es decir que durante un tiempo el gobierno local no gastará en amortizaciones. Sin embargo, esto no significa un ahorro, ya que el endeudamiento es un ingreso atado a un gasto. Cada peso que se paga de capital o amortización es un peso que se puede volver a contratar de deuda para proyectos. Cuando se pide gracia en el pago de capital, las amortizaciones desaparecen y no hay espacio para generar el ingreso que financia las obras presupuestadas con deuda. Por lo tanto, lo que sobra en el presupuesto de amortizaciones no representa un ahorro porque tendrá que ser dirigido a cubrir el gasto de esas obras. El efecto sobre el presupuesto total es cero y sólo existen ahorros cuando el costo de los créditos es menor, lo cual podría no ser el caso debido a lo largo del plazo solicitado.



La deuda del Distrito Federal tiene una peculiaridad jurídica ya que es el Gobierno Federal - no la entidad- quien contrata la deuda. Por esta razón necesita autorización de la SHCP para contratar créditos y por este motivo el refinanciamiento fue condicionado a dirigir y transparentar el uso de la deuda en proyectos de infraestructura.



Finalmente, el problema no es el nivel de endeudamiento, porque con esos pasivos se crean activos para la ciudad, el foco de atención debería estar en el uso eficiente de los recursos para la creación de activos reflejados en infraestructura, que es un problema generalizado en todos los niveles de gobierno y es en ese sentido que debería enfocarse ahora la discusión de la deuda del Distrito Federal y ahorrar a los ciudadanos todo el espectáculo político.










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