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REFORMA ENERGÉTICA: INICIA EL DEBATE.
Por Gabriel Yorio González


El domingo pasado la Secretaría de Energía hizo llegar al Congreso de la Unión el Diagnóstico sobre la Situación de PEMEX, como preámbulo al debate público de la Reforma Energética del Presidente Felipe Calderón. Aunque la reforma incluye otras fuentes de energía como el gas y la electricidad, por la importancia del petróleo el diagnostico hace énfasis en la modificación del marco regulatorio de PEMEX para conformar alianzas con terceros.


El diagnóstico no contiene información que no se haya conocido antes y más bien, forma parte de la estrategia de comunicación política para iniciar abiertamente el debate sobre la Reforma de PEMEX. En él se destaca la necesidad de comenzar a explotar petróleo en aguas profundas por medio de alianzas con otras empresas, debido a que México no cuenta con el conocimiento necesario. El objetivo sería obtener tecnología y maximizar la renta petrolera para el país.


El diagnostico reconoce el problema de las gasolinas y prevé que, en un lapso de veinte años, la demanda de gasolinas representen más de dos veces el nivel actual de la producción nacional, por lo que establece como objetivo construir nuevas refinería. Para esto propone que PEMEX forme alianzas con empresas, públicas o privadas, y por esta razón, la posibilidad de que PEMEX forme una alianza con PETROBRAS de Brasil para la extracción en aguas profundas ha comenzado a ser noticia.


Todo parece indicar que la reforma energética intentará darle capacidad a PEMEX de firmar “contratos de riesgo” con otras empresas, es decir, la facultad de realizar asociaciones con empresas que cuenten con tecnología para aguas profundas, participando PEMEX en un posible esquema de 50%. Es decir, del petróleo encontrado la mitad es para la empresa y la otra mitad para PEMEX. Sin embargo, ¿por qué conformarnos con el 50% del petróleo si podemos quedarnos con el 100%?, ¿es la falta de tecnología la razón? De ser así, ¿no será más fácil rentar el equipo a PETROBRAS y pagar por capacitación?


PETROBRAS actualmente es una empresa con participación privada en el 65% de sus acciones y el resto es del gobierno brasileño. Hace varias décadas inició su famoso “Programa de Desenvolvimento Tecnológico de Sistemas de Produção em Águas Profundas” mejor conocido como PROCAP, lo que la convirtió en pionera en extracción en aguas profundas, generando tecnología, conocimiento y experiencia, logrando que la empresa alcanzara la autosuficiencia en petróleo y que actualmente cerca del 70% de su producción provenga de aguas profundas.


PETROBRAS ha recomendado al Gobierno Mexicano no aliarse con privados y ha propuesto una alianza con PEMEX, lo cual actualmente parece complicado desde el punto de vista legal. Sin embargo, esta sería una propuesta inteligente del gobierno de Felipe Calderón, ya que elimina parcialmente el tema político de la privatización, no obstante que se tendría que analizar las ventajas para México.


De ser esto a lo que se refiere la “alianza con terceros” entonces queda fuera del debate la participación de una empresa 100% privada. Ahora bien, ¿nos conviene a los mexicanos?, ¿el país va a ganar con una reforma de este tipo?, ¿nos ayudará a tener mayor crecimiento? Las respuestas de estas preguntas nos deberían de interesar, ya que el tema de PEMEX (como casi todos los temas de importancia en México) ha dejado de ser un debate técnico y se ha convertido en un debate político.


El debate está por comenzar y algunos actores políticos han adelantado sus posiciones. López Obrador ha hecho llamados a la resistencia civil pacífica contra cualquier intento de privatización de PEMEX, mientras que Manlio Fabio Beltrones, del PRI, ha tomado la batuta del debate público de la reforma en el congreso y expresando que no se permitirán “contratos de riesgo”.


Hay que tener en cuenta que los recursos naturales no explotados van a continuar ahí, éstos no desaparecen. Por lo que si un país no está en posibilidad de utilizar los recursos de la mejor manera posible es mejor no explotarlos y esperar a que el valor de éstos aumente con el tiempo, cuando sean escasos como el petróleo. Por esta razón, la reforma energética debería contener el uso y destino que se le dará a la renta petrolera que se pudiera llegar a generar.


Aunque el debate seguramente será político y no técnico, esperemos que el PRI y el PAN aprueben una reforma que sea beneficiosa, no sólo para el estado, sino para los mexicanos, y que no sea una clásica privatización a la mexicana, en la que el gobierno federal se desentiende del asunto beneficiando a empresas privadas que conforman monopolios económicos que sólo imponen un gran daño a la economía nacional.


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¿Qué tan profunda será la recesión económica?

Por Gabriel Yorio González



Desde hace varios meses la economía norteamericana comenzó a mostrar signos de debilidad, lo cual alertó a los analistas sobre la posibilidad de que México entrara también en una etapa recesiva. La discusión ya no está centrada en la posibilidad de la recesión, ya que actualmente algunos sectores productivos mexicanos reflejan un comportamiento débil ocasionado por el bajo dinamismo de la economía de Estados Unidos, en lo que parece ser una de las recesiones económicas más importantes en la historia de ese país. El tema de discusión ahora es la intensidad de la recesión.


La recesión económica de los Estados Unidos tiene varios meses gestándose y fue ocasionada por la burbuja que presentaron los precios de las casas y el “boom” de créditos hipotecarios. El mercado de vivienda norteamericano llegó a su límite en el 2005 y desde ese año ha comenzado a caer, ocasionando una caída en el sector de construcción de ese país. De esta forma, el problema financiero del sector hipotecario norteamericano se transmitió a los demás sector productivos y estos al sector productivo mexicano.


En México la recesión ha comenzado a sentirse en los sectores manufacturero y no manufacturero, ya que desde enero de este año se ha contraído su actividad. Asimismo, la actividad industrial mexicana comenzó un descenso marcado desde agosto de 2007, el cual a su vez ha afectado a otros sectores de la economía. Por otra parte, las cifras desestacionalizadas de desempleo indican que por sexto mes consecutivo el desempleo ha aumentado y la tasas de desocupación abierta ha alcanzado el nivel más elevado de los últimos 30 meses, pintando un panorama desalentador para nuestro país.


La recesión norteamericana no sólo tendrá efectos sobre México, sino también sobre la economía mundial, aunque el mayor impacto será sobre Latinoamérica. Los bancos centrales europeos han comenzado a ajustar sus tasas de interés para suavizar la caída de sus economías y es posible, que en los siguientes meses, el Banco de México reduzca los niveles de tasa de interés.


Ante este horizonte el Gobierno Federal ha echado a andar un Programa de Apoyo a la Economía (PAE) que sería en las últimas décadas el primer intento de nuestro país de tener una política contra cíclica, es decir, una política encausada a tratar de aminorar la caída de nuestra economía a través de incentivos fiscales y de un aumento en el gasto público. Estas medidas tienen el objetivo de suavizar la recesión, pero parecen ser que insuficientes ya que el PAE consiste en otorgar un descuento de 3% a los pagos provisionales del ISR empresarial e IETU, pero no implica una reducción de impuestos, es simplemente un crédito fiscal. De la misma manera, se otorgará un estimulo fiscal de mil pesos a las personas físicas con actividad empresarial que realicen su declaración vía internet, sin embargo estas son las personas con mayores ingresos, así que la medida no tiene un carácter progresivo ni apoyará a las familias de menores recursos.


Para contrarrestar la caída del empleo se otorga un descuento de 5 por ciento en las aportaciones patronales al IMSS hasta el final del presente año, con esto se busca reducir el costo de la nómina y se destinarán 650 millones de pesos adicionales al Sistema Nacional de Empleo para otorgar capacitación a los individuos que se encuentren en desempleo, pero debemos tomar en cuenta que este sistema no ha tenido éxito ni el resultado esperado, por lo que es cuestionable que un aumento en su presupuesto desemboque realmente en la atenuación del desempleo.


Se busca tener un impacto en el sector productivo a través del aumento del gasto público, por lo que se incrementará en 10 mil millones de pesos el gasto de Pemex para mantenimiento y expansión. Finalmente, a través del Fondo Nacional de Infraestructura operado a través de la Banca de Desarrollo, en específico Banobras, el Gobierno Federal pone a disposición de los gobiernos municipales y estatales recursos para apoyar la inversión público-privada en proyectos de infraestructura que quieran emprender los gobiernos locales.


Aunque estas medidas intentan empujar una política contra cíclica, es difícil que realmente logren contrarrestar los efectos de una recesión, máxime cuando ésta parece ser profunda. Debemos tomar en cuenta que la economía mundial enfrenta altos precios del petróleo lo cual tiene un efecto sobre el costo de producción y magnifica el golpe de la recesión norteamericana, la cual innegablemente se encuentra ya en una fase de caída. La magnitud de la recesión en México es difícil de pronosticar aún, pero en los siguientes meses vendrán datos de variables económicas y el comportamiento de éstas será clave para saber qué podemos esperar. Mientras tanto varios organismos internacionales y entidades del Gobierno Federal han reducido su expectativa de crecimiento, dándonos una idea de que el descenso está por comenzar.



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