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La maldición de los recursos naturales


Por Gabriel Yorio González



El debate sobre la reforma energética continúa con exposiciones de los actores políticos nacionales y en general podemos resumir en dos grandes opiniones el debate, aquellos que sugieren que la participación privada podría sacar adelante a Pemex (reconociendo al mismo tiempo que el gobierno no puede dejar de depender de los ingresos petroleros) y aquellos que sugieren que el gobierno no necesita de agentes económicos privados para lograr tal objetivo.


Por este motivo, desde el punto de vista meramente económico valdría la pena hacer algunas reflexiones y para eso debemos comenzar por referirnos a “la maldición de los recursos naturales”, que es como los economistas llamamos a la situación de los países en desarrollo que son ricos en recursos naturales, pero que no logran tener una buena economía. Estas naciones dependen totalmente de la explotación de sus recursos naturales y presentan un patrón: son en realidad países ricos con poblaciones pobres. La dinámica política de este tipo de países, como lo es México, conduce a altos niveles de desigualdad entre su población, por que quienes controlan la riqueza del recurso natural la usan para mantener su poder económico y político. Esto no tiene nada que ver con la ideología, sino con un comportamiento económico y político esperado.


La teoría económica nos indica que aquellos países que tienen recursos naturales abundantes, como el petróleo, deberían de tener sociedades más iguales. Sin embargo esto no sucede en ninguna parte del mundo. México no es la excepción. Es común que en todos los países como el nuestro, se genere desigualdad porque la riqueza genera al mismo tiempo poder, lo cual posibilita que la clase dominante de esos países mantenga la riqueza para ellos mismos.


De esta manera, diversos estudios económicos nos indican que cuando la riqueza se genera a través de la apropiación de los recursos naturales de una nación, provoca un gran descontento entre la población y disminuye la fe en la economía de mercado, sobre todo cuando se sospecha que la riqueza fue adquirida ilegítimamente por medio de acuerdos entre gobiernos y empresas privadas.


En realidad los gobiernos deberían enfocar sus esfuerzos a asegurar que su población se quede con el valor máximo posible de los recursos que tiene su territorio. Análisis económicos y políticos ha detectado que en los países con grandes recursos naturales, las empresas de petróleo, gas y mineras tratan de obtener la máxima riqueza posible, pero a través de prácticas desleales, frecuentemente por medio de contribuciones a las campañas. Los candidatos ganadores regulan el sector para que sus financiadores puedan adquirir más recursos naturales. Aunque esto suena conocido, no sólo es un tema en México, sino en todos los países que tienen este tipo de características. Para ejemplificar esto, sólo hay que recordar cuando el ex presidente Bill Clinton, de los Estados Unidos, trató de asignar los recursos a través de subastas y fue derrotado por las empresas mineras. Caso contrario con el presidente George Bush, quien dio trato fiscal preferencial para las empresas de petróleo y gas, porque estas empresas donaron más de cinco millones de dólares para la campaña de Bush en 2004 y tres millones de dólares para la campaña de 2000.


Desde el punto de visa económico, el argumento a favor de la privatización indica que el sector privado es más eficiente que el público. Sin embargo, de acuerdo a varios investigadores, esto no es totalmente cierto. Existen empresas privadas ineficientes y empresas públicas eficientes también. Además, la eficiencia no lo es todo, ya que también es importante saber cuánto recibirá la población por sus recursos naturales.


Malasia, con su empresa petrolera PETRONAS, produce para el país más que los que reciben otros países que han privatizado su petróleo. Chile privatizó la extracción de cobre lo cual volvió al país sumamente eficiente en la extracción, pero con el pequeño detalle de que la riqueza sale del país, nada se queda para la población chilena. En el caso de Rusia la privatización del petróleo conformó monopolios que derivaron en grandes fortunas privadas. En estos casos, los países pierden dos veces, la primera cuando venden las empresas estatales o los recursos naturales por un precio injusto y después pierden posteriormente, cuando se dan cuenta que cometieron un error y quieren dar marcha atrás afectando las inversiones ya establecidas en el país.


Finalmente, el objetivo es que el dinero derivado de la explotación de recursos naturales debe ser bien aprovechado. Las naciones del medio oriente están utilizando sus rentas petroleras para desarrollar grandes destinos turísticos de lujo ante la previsión de que el petróleo algún día se va a acabar. Un ejemplo más es Noruega, cuya compañía petrolera estatal es eficiente y todos los recursos derivados el petróleo son ahorrados en un fondo de estabilización.


En México la reforma energética se centró en el petróleo y no se está hablando de otras fuentes de energía. Prácticamente con la propuesta de reforma, el gobierno ha dejado en claro que no puede dejar de depender de los recursos que le exprime a PEMEX, lo que es la principal causa de que la empresa está en la situación deplorable en la que está. Un tema de fondo que esta situación destaca es que existe un gran divorcio entre la clase política y la sociedad, ya que la reforma de los políticos puede fracasar o puede tener éxito, Pemex se puede privatizar o no, pero los ciudadanos seguimos sin percibir ningún beneficio de las decisiones que toman los políticos.




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